martes, noviembre 16, 2004

Experimento genético

Tengo otra hija. Se llama Guadalupe, tiene 23 años. La críamos entre mi madre, mi hermana Laura y yo. No hablo mucho de ella porque me gana la culpa. Primero, a mis 16 y sus 6, asumí gustoso el rol de "figura paterna". La llevaba a la escuela, le revisaba las tareas. Platicábamos de sus amigos, de sus maestras (una de ellas me gustaba). Cuando hubo necesidad pagué sus colegiaturas, varios años, no menos de 8. Y sus vestidos y su comida. Nada muy lujoso ni muy bueno. Clase media (media muy muy baja).

Hace 7 años la dejé. Las dejé a todas, pero más a ella, porque ella se quedó sin padre por segunda vez en su vida, a una edad en la que todavía le hacía falta. Laura dice que para ser nuestra primera hija, no nos salió tan mal. Yo tenía mis dudas. No que dudara de ella, es que simplemente, no le agarraba yo el sabor a Guadalupe. Su "role model" de los últimos años fue Daria, y con el mismo entusiasmo parecía vivir la vida. Lo chistoso para mí era ver a sus amigas, todas idénticas. La misma cara, los mismos gestos. Temía yo que se convirtiera en culturosa, le gusta pintar, dibujar, "el arte", cosas para los cuales la familia siempre ha sido malísima. Le insistimos y la convencimos, nunca sabré qué tanto, de que estudiara algo más "rentable". Decidió "Diseño de Modas e Industria del vestido". La fortuna que hizo mi padre, que no fue tanta pero tampoco poca, la hizo ahí, en la industria del vestido. Le tenemos confianza a dicha industria. Yo invertí con confianza lo que pude en sus colegiaturas. No me alcanzó la gasolina pero mi hermana Patricia entró al relevo. Total, Guadalupe terminó su carrera hace tres meses.

Con todo el miedo del mundo, miedo del cual yo no supe mucho, salió a buscar trabajo. Nos cansamos de regañarla durante la carrera y de decirle que tenía que conseguir trabajo mientras estudiaba. No quiso, no pudo, no supo. Lleva 3 semanas trabajando con un fabricante de abrigos para invierno, que al parecer tiene una especie de monopolio en las tiendas departamentales de México de tales prendas. De las diversas ramas de la industria, al parecer la sastería es la más complicada en términos "técnicos". Le paga un salario bastante bajo, pero es "para empezar", para "que vaya aprendiendo".

Patricia y yo hemos medido parte de nuestro éxito profesional en nuestras oportunidades, por trabajo, de viajar. Guadalupe se va a Montreal el viernes a "ver la moda" y ver qué puede piratearse y aplicar a sus diseños acá. En la familia Sámano Tapia estamos de manteles largos, porque esa es una señal importante de despegue profesional. Además, está logrando viajar por trabajo a una edad más temprana de la que lo conseguimos nosotros. Tengo confianza en que en el futuro seré menos pobre. Creo que, aunque me ha costado trabajo, he invertido bien los pocos recursos que he podido generar, ya veo que habrá temporada de cosecha en el horizonte.