jueves, junio 01, 2006

33 días, 50 compromisos (III)

La vida es bella, de eso no cabe duda. Ayer comentaba que me daba mucho trabajo aceptar una buena propuesta y el compromiso número tres de AMLO me reconcilia con mi antagonismo hacia el amarillo del sol azteca.

La principal razón por la que creo que la pensión alimenticia para adultos mayores no es mala es porque no es un "regalar dinero" sino una forma de la sociedad de retribuir y pagar a sus ancianos el trabajo o valor recibido y que ahora no disponen de forma de subsistir por la edad y porque los mecanismos anteriores de ahorro y previsión eran selectivos y mal distribuidos.

Sin embargo, esa premisa no se cumple en el punto tres, demagógico por su "posición en la lista" como los dos anteriores:
Otorgaremos becas a todos los discapacitados pobres
El problema de los discapacitados es un problema de salud pública. La exposición del compromiso señala que la experiencia del DF usa el dinero para "alimentación, transporte y vestido" como resultado de una encuesta realizada entre quenes recibieron este apoyo, en los lugares 1, 3 y 4 siendo el rubro "medicamentos" el segundo lugar en el destino del gasto.

Esta sí es una muy mala forma de tirar el dinero (700 millones de dólares anuales, si el programa se llevara a cabo a nivel nacional para el año 2010, según la misma página del Peje). El beneficio social de regalarle dinero a los discapacitados es muy diferente a la opción de los viejitos. Los discapacitados, creo yo, mantienen siempre una relación de dependencia con alguno de sus familiares. Es una desgracia, es cierto, pero no es la labor del gobierno regalarles dinero sino construir infraestructura (médica, científica, apoyo social, servicios) que permita que el número de discapacitados disminuya a mediano plazo y que la vida de los mismos sea más llevadera.

Contrario a la propuesta de los viejitos, la propuesta de los discapacitados no se sostiene sino con argumentos de "dignidad y autoestima". No estoy seguro que este problema, que de seguro existe, sea el tercero más importante de los retos que tiene el país. Sí se establece, por otra parte, un claro patrón demagógico de poner primero causas más "sentimentales" que "estructurales" en el eje programático y de propuesta de Gobierno.

"El prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila". Hacer un compromiso de campaña que apele a los sentimientos de 1.8 millones de personas (más de 5 millones, si consideramos los núcleos familiares cercanos), tratando de calcar o volver a aplicar una medida buena como la de los viejitos me parece no solo demagógico sino hasta perverso. Los viejos necesitan dinero para comer puesto que en teoría deberían recibir servicios de salud gratuitos o semi-gratuitos. Los discapacitados necesitan alguien que haga investigación científica para curar su incapacidad o hacerla mucho más llevadera. La dignidad del discapacitado se recupera curándolo o dándole servicios médicos que lo permitan integrarse a la sociedad, no regalándole dinero para comida.

700 millones de dólares anuales invertidos en investigación científica "exclusivamente" para estudio de discapacidades son un mundo de dinero. Daría trabajo a miles de jóvenes que egresan de las carreras de Ing. Química o Mecánica que tienen que aceptar trabajos de vendedores de seguros al no haber suficientes trabajos de calidad. Tendrían un efecto multiplicador en la economía con los subproductos (o productos colaterales) que se desarrollen con la investigación. El país crearía riqueza a partir de conocimiento y apoyaría a sus discapacitados.

Pero claro, serían solamente unos miles de votos, en lugar de cinco millones de ilusos...