miércoles, mayo 31, 2006

33 días, 50 compromisos (II)

El compromiso número dos de la propuesta de AMLO es la famosísima pensión para viejitos. Debo reconocer que cuando estoy frente a una propuesta buena me dan ganas de implantar un sistema mamón de puntos donde cada propuesta califique del 1 al 10 y así, al promediarlas, las buenas (o menos malas) como ésta, desaparezcan o no sean significativas.

Obvio, mi ñoñez me delata y no pienso hacerlo. No soy defensor de esta propuesta pero creo que es de las mejores del Peje. La única razón por la que pienso que esta propuesta no está perfectamente bien es porque tengo un muy arraigado sentido de que "está mal" regalar dinero.

La presentación de la propuesta tiene un insufrible y setentero tono dogmático: "Los perversos capitales" protagonizan la diatriba y dicho tono relega lo verdaderamente toral, el país se divide en dos: los formales y los informales. Si bien los informales nunca pagaron impuestos, tampoco tuvieron los beneficios (que sí hubo) de pagar impuestos: El IMSS, el Infonavit y muchos otros, que también incluyen pensiones.

Y aquí viene lo interesante del asunto. Si bien no pagaron impuestos directos, el IVA se paga desde hace muchos años. El dilema "origen y aplicación de recursos" es un tema muy árido y no me siento competente ya no digamos para comentarlo, siquiera para entenderlo a cabalidad. Pero los principios son siempre los mismos y el dinero público tiene que servir a la gente y hay actividades que producen bien social (el "ama de casa") que no tienen forma de tener retribución directa, como bien señala la exposición de motivos. Dar una pensión a los adultos mayores que la necesiten es positivo no sólo para los adultos mayores, sino para los descendientes que deben preocuparse menos de mantener a sus viejos y más de mantener a sus hijos. El costo, se ha demostrado, no es oneroso para un Estado que NO es pobre (México no es rico, cierto, pero tampoco pobre). El beneficio, sin duda, es enorme.

El hecho de que el apoyo sea dado así, indiscriminadamente, es menos malo que construir una estructura burocrática que determine quién es lo suficientemente pobre para necesitarlo. Los beneficiados que no deban ser beneficiados serán relativamente pocos y es también un asunto de "educación cívica". Cosa diferente son las inversiones en desarrollo social y esa es la gran virtud de esta propuesta, que se separa hábil (dirían los otros, electoreramente) lo que es posible administrar como apoyo directo de lo que sí requiere, necesariamente, una administración más "científica" y dirigida (Educación, salud, vivienda, servicios básicos).

Así pues, creo que la propuesta es quizá la mejor de todo el programa del PG en tanto no desmantele a su par, la pensión contributiva, que a pesar de la crítica que se le da en la página de AMLO, es buena también, puesto que garantiza la retribución al que contribuye de manera formal y crea un mercado de capitales que, administrados profesionalmente, pueden y deben ser un muy importante motor de desarrollo.