Escucho "You are the everything" de REM y llego a donde estaba. De alguna forma no regreso porque no estoy igual. Joaquín nos enseña nuevamente lo que vale cada día, lo cuasi imperceptibles que son ciertos avances. Jimena es tiempo elongado, como viajando cerca de la velocidad de la luz.
Pensaba, durante el embarazo, que Joaquín sería muy feliz y que su hermana mayor sería su sol. Imaginé las tardes en las que Jimena llegara despeinada y sudorosa de sus prácticas de basquet cargando sus múltiples mochilas y su estuche de violín y cómo la recibiría su hermano en la casa, con mezcla de admiración y amor, entendiendo que su hermana hace mil cosas y que él podría seguir caminos parecidos.
Joaquín la sigue con la mirada desde hace semanas. Empiezan ya a dialogar y yo diría que el diálogo es incluso un poco más eficiente que con Edith. La libertad de Jimena le permite no sólo imitar los ruidos que hace Joaquín sino pequeñas improvisaciones adicionales con las que el niño no sólo se estimula sino, mucho más importante, se siente amado.
Los ciclos horarios y los lugares comunes se ponen en perspectiva con los bebés. Eres lo que comes y la observación precisa nos permite entender si el llanto es por pañal, por cólico, por sueño o por hartazgo. Son reacciones muy básicas. Siento coraje por las faltas de oportunidades de otros niños. No me los imagino sin la combinación de placer que representa la familia y la estimulación que tienen sobre ellos los programas para bebés. Es tan claro cuando se tiene un bebé cómo y de qué están hechos los estímulos cognitivos y sensoriales!
Edith regresa a trabajar después de casi un año de Tormenta Joaquín. Esta vez va por todas las canicas y estoy seguro que por las condiciones en las que estamos emprendiendo estas empresas, las va a conseguir.
Van tres posts seguidos desde aeropuertos. Soy tan móvil como me imaginé que sería. Mi espacio de ocio es tan reducido como lo imaginé y sin embargo me sé sentir feliz con él y no añorar el anterior, tan amplio y generoso.