miércoles, diciembre 08, 2004

Los dragones del edén

Fue en este libro de Carl Sagan, circa 1986, donde por primera vez leí acerca del REM. El movimiento rápido ocular que se produce cuando el descanso entra en fase onírica o de sueño.

En el DF, en aquéllas lejanas épocas, había 6 lugares donde alguien podía comprarse un buen disco de rock: Hip70, sobre avenida insurgentes sur a la altura de Mixcoac. Las cuatro sucursales de Discos Zorba (Daniel Salinas hurtaba discos de Metal de ahí) en Interlejos (Interlomas), Perisur, Zona Rosa y Satélite. Y en SuperSound, tienda de discos de los locutores de Rock 101 (no sé si eran varios socios, pero Luis Gerardo Salas la promovía como suya). Fue en mis primeros viajes (sí, eran viajes) a Polanco (barrio "rodeo-drive-wannabe" defeño) en los que descubrí la tienda. Por más que me ufanaba yo de ser buen conocedor musical, la verdad es que nunca he pasado de villamelón trendy, veía los discos como perro en mercado pero ni conocía los grupos ni tenía dinero para comprarlos. Nunca he poseído oscuros y profundos conocimientos musicales y mi escala de conocimiento musical apenas sobrepasa "Siempre en Domingo" (memorabilia traída hasta ustedes por semidios y logovo).

Total que en una de esas excursiones me llamó la atención tremendo poster que estaba junto a la caja. "REM - Document", y pensé: "Si estos tienen ese nombre 'tan intelecual', seguro son una buena banda" (era yo joven...)

Poco tiempo después escuché "The one I love". Y después pude estar al pendiente de la salida de Green, su casi no. 1 "Orange Crush". Cuando "Losing my religion" llegó al número 1, 5 semanas después de su lanzamiento, yo ya me sabía todo el "Out of time".

REM fue, pues, la única banda que pude seguir de su casi-estrellato a su estrellato. Es, principalmente por eso, una de mis bandas favoritas. Y porque sus rolas son pegajosas y buenas.

En la revista Chilango de diciembre leí que el concierto era algo así como un "must", un "yo estuve ahí". Me decepcionaron y me sorprendieron como banda. No son nada del otro mundo como instrumentalistas pero Stipe le echa muchísimas ganas. Edith estaba gratamente sorprendida con la energía de Stipe, pero de repente, después de un buen rato de hacer movimientos de cadera, me comentó: "es demasiada jotería para mí". No me gusta parecer homófobo, pero también me quedó esa sensación. A pesar de ese detalle (en realidad fue solamente en una rola en la que se excedió en su bailecito marisco) la energía desplegada por el tipo fue suficiente para la noche. A los viejitos nos quedó a deber un buen de rolas clásicas pero me gustó el detalle de pedir perdón por ser malos vecinos con México (aunque no puedo encontrar la referencia, supe que alguna vez declararon que los mexicanos migrantes solamente iban a robar los trabajos de los norteamericanos). La acústica del Palacio de los Rebotes, como siempre, patética.

Sí, para viejitos como yo era necesario "estar ahí", pero definitivamente he escuchado mejores despliegues musicales.