Ya no puedo evadir el tema. La final del futbol mexicano entre dos equipos que cuentan con aficiones pequeñas pero aguerridas y la evacuación del Santiago Bernabeú por amenaza de bomba (justo cuando se jugaba contra el equipo "centralista" del País Vasco) como principales noticias del fin de semana (cuando no faltaron noticias) pone en perspectiva, como nunca, la frase de Galeano.
No quise tratarlo por evidente ardidez, las Chivas perdieron contra el acérrimo enemigo, el Atlas, y rápidamente la liguilla perdió interés para mí. Sin embargo los Pumas de la UNAM están ganando enemigos con gran velocidad y la multiplicación de su afición, como si fueran gremlins, me parece de lo más asquerosa (no estoy sólo en la blogósfera, Maese Morcillo ya trató el tema con su genial estilo, ahora que ha retomado el gusto de bloguear). Y como yo estoy dentro de esos enemigos, por puro gusto de verlos perder, aposté en la oficina a la victoria de los Rayados. Acabo de quedarme sin lo que me sobraba de la quincena. Los Pumas les dieron un baile en su casa, el estadio del Tecnológico, porque no tenían, la verdad, equipo para ser campeón. En términos futbolísticos, los Pumas son campeones por derecho propio. Pero la mercantilización de la que han sido víctimas hace que su victoria sea nauseabunda para muchos de nosotros, los aficionados "de viejo cuño".
Todo equipo tiene su sociología (que me perdone algún eventual sociólogo por decir el nombre de su dios en vano). Los Pumas de toda la vida lo son porque estudiaron ahí, en la UÑAM, o porque fueron aficionados de las glorias del equipo de Cabinho, Tuca y Hugo. Los neoPumas, montados en la actual efervescencia de Hugo, López Dóriga, Germán Dehesa, el rector De la Fuente y, sobre todo, del Presidente del Patronato, Arturo Elías Ayub (el yerno de México, ex-director del portal T1MSN, director de comunicación de Telmex y, pequeño detalle, yerno de Carlos Slim Helú) son de la especie despreciable, de la que se monta en el éxito efímero. De la sociología de los Rayados recomiendo leer el post de Salinas. Yo no puedo afirmar ni negar lo que ahí se dice, pero confío en el juicio futbolero de un gran conocedor.
Y hablando de la sociología del futbol, nada más emblemático que una amenaza de bomba de ETA en un partido donde el equipo centralista tradicional se enfrenta al equipo que, en su país (el País Vasco sin duda es un país), representa la asociación con el invasor centralista y que en su nombre lleva su vocación: La Real Sociedad de San Sebastián. El Madrit sin duda es una sombra del equipo de hace tres años, en el que desembarcó Zidane y cuya magia coronó la 9a. Champions del equipo. Los galáticos, se ha dicho hasta la saciedad, vegetan en la cancha disfrutando sus espectaculares salarios y haciendo como que trabajan. El partido se pudo interrumpir desde el minuto 60 (que fue cuando se notificó a las autoridades del estadio) pero se decidió hacer una búsqueda "disfrazada" de la supuesta bomba. Cuando pasaron los minutos y no encontraron nada, se dieron a la tarea de evacuar el estadio.
La amenaza resultó fantasma. Pero el terror está presente de nuevo en España y es interesante que después del ataque de ETA hace dos semanas, el objetivo sea "ese" partido. Afortunadamente fue solo amenaza. La concentración de pasiones y la cada vez más fuerte penetración social del fútbol lo están convirtiendo en el evento lúdico más importante del mundo (ok, ya lo era) y por lo mismo, la violencia lo cerca y lo amenaza.