lunes, noviembre 14, 2005

Esparta

El viernes yo estaba en "punto muerto" mentalmente (o sea cero, no mis acostumbrados 50 cf y 20 libras de torque). Llevaba tres días seguidos con dos horas de sueño por día y obvio, ni todo el red bull del universo me levantaría. Así que habiendo recibido el favor del azar de tener más tiempo para terminar el trabajo que había provocado tales desveles me dispuse a acompañar a Jimena a su primer partido de basquetbol contra otra escuela, el Sagrado Corazón de Jesús (yiack!). De ahí tocaba la obligatoria comida de festejo del cumpleaños.

Fue toda una experiencia atestiguar como las organizaciones prevalecen sobre los individuos. Nos lo advirtieron en la junta inicial, el TAE es cuestión de disciplina. No me encantó, pensando que vengo de filosofía Montessori donde, no es que cada quien haga lo que quiera, sino que cada quién tiene un marco de acción individual bien definido y que debe combinarse con el general sin afectar ciertos principios básicos de individualidad.

Ni Jime ni su equipo se enteran a qué juegan, pero tienen orden. Si se trata de defender, agarran posición. Si se trata de atacar, estorban lo suficiente para que la estrella del equipo llegue hasta la canasta. Con ese orden derrotaron 4 a 0 a niñas que, durante las prácticas previas, se veían cancherísimas y todas en promedio cinco centímetros más altas, excepto la más alta. Jime jugó buena parte del partido y tuvo su buen momento cuando robó una bola y aguantó una andanada de cuatro fierecillas hasta que le cometieron falta.

Así es como el TAE ha ganado varios torneos y tienen una respetable vitrina para presumir. No me gusta reconocerme en ese espejo. Yo me considero indisciplinado por naturaleza. Pero justo ese trabajo que no terminé el viernes me tuvo ocupado todo el sábado con alto grado de estrés por la calidad del producto final. Justo cuando llegaba toda la familia a la casa para festejar el cumpleaños, tuve que poner a mis invitados en espera y terminar, con disciplina espartana, mi trabajo.

Desde niño preferí Atenas pero me impresionaba Esparta. Toda mi vida he parecido desordenado y sin embargo, si algún valor he tenido para el mundo, es el de la responsabilidad y la disciplina. No entiendo porqué estoy en esta casilla de valores, cuando me gusta más la otra, pero uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser, como dijo el gran filósofo Pepe-Pepe.