lunes, julio 24, 2006

Ambición

En una comida con unas buenas hamburguesas a un lado de mi oficina me hicieron un planteamiento muy interesante, al que me he tardado unos 6 meses en afrontar y que, al leer el post de hoy de quien me lo planteo, me da la gana intentar responder ya mismo.

Hay dos formas de ver la pregunta, o por lo menos, de interpretar el conjunto de preguntas que me hizo Salvador: La primera era el porqué, teniendo interés en asuntos públicos, sociales y cierto nivel de entendimiento de los mismos, estoy tan dedicado a la empresa privada, área que a él le parece poco atractiva desde el punto de vista intelectual-profesional. La segunda, la verdaderamente dificil, era porqué, estando dedicado a la empresa privada y teniendo como tengo cierta mínima base de capacidad intelectual, no me dedico a ir "por todas las canicas", a, como dice Salvador citando a Coupland, ser un "over-achiever" (también se le conoce como "ser exitoso").

La pregunta es la más dificil y confrontacional (existe esa palabra?) que me han hecho en los últimos diez años, quizá quince. Existe el elemento "histórico" de mi origen de clase y mi circunstancia familiar, que ha pesado, y mucho, en que yo sea lo que actualmente soy: un profesional medio con una formación socioeconómica de clase media, para muchos estándares más cercano a mediocre que a cualquier otra cosa.

Alguna vez estuve enfermo de necesidad de éxito. De chavito, obviamente, era mi peor mal, un mal que en México se ve muy ñoño por cierto y en Estados Unidos es el pan de cada día para casi todo mundo. Mi cuaderno de despedida de la prepa tiene varios recados del tipo: "espero que cuando seas un súper genio te acuerdes de mí" o similares. La gente a mi alrededor, amigos y familiares, creía en que yo tendría "mucho éxito".

Durante la universidad, mi primer trabajo alimentó mucho esas ambiciones aunque terminó por absorberme. Recuerdo a un gringo que vino a examinar la instalación que habíamos hecho de un sistema de procesamiento de tarjetas de crédito que me dijo: "¿Estás a cargo tú de todo esto?, very successful"

Yo no conocía esa palabra. A los 23 años tienes todo por hacer y lo que menos me imaginé es que se me considerara exitoso, considerando también que tenía un sueldo muy bajo que apenas satisfacía las necesidades de mi familia. En esa misma ronda de visitas, otro gringo nos presumía de su éxito: tenía una casa que valía 500 mil dólares y era VP (Vicepresidente) de una prometedora empresa de tecnología bancaria. Cuando escuché esa explicación de éxito mi vanidad, que apenas había registrado el elogio, volvió a desaparecer por completo.

Por años he jugado con la noción de éxito. Estos 12 años, digamos. Habiendo sido considerado como un predestinado para el éxito, el miedo al fracaso está siempre presente. Para hacer más tranquila mi existencia, dejé de obsesionarme con el éxito tras mi primer fracaso, justo esa empresa en la que trabajaba cuando me dijeron exitoso, de la cual no queda absolutamente nada.

El mecanismo que cree en mi cabeza es algo complejo. Asigné arbitrariamente valores de ponderación a los factores que forman el éxito: felicidad, trascendencia, influencia, beneficio a los demás, beneficio propio, honestidad y ética de comportamiento. Bullshit en pleno.

Al final del día, las veces que mejor me he sentido en estos 12 años, es cuando he tenido el bolsillo relativamente lleno y con la capacidad de compartir ese producto de trabajo con mis seres queridos inmediatamente cercanos. Nunca he tenido en la bolsa un centavo que no haya yo trabajado, ganado con mi esfuerzo o conocimiento. García Márquez describe en su biografía la angustia de su esposa antes de publicar "Cien años de soledad": Debo hasta la vida, la hace decir. Albert Einstein, nombrado como el personaje más influyente del siglo XX, pasó más de la mitad de su vida profesional buscando fallas e inconsistencias en la Teoría de la Mecánica Cuántica porque no estaba de acuerdo con las implicaciones de la misma, y nunca encontró una falla auténtica. Bill Clinton estaba obsesionado durante su presidencia por tener un legado histórico, logró una economía extraordinaria para su país y a los 10 meses de dejar su presidencia ocurre un evento histórico que hará de George W. Bush, con toda su brutalidad, sea mucho más mencionado en los textos de historia que su predecesor.

No se puede dejar de lado la idea de que uno determina su destino, en mayor o menor medida, hasta donde el destino lo deje. Lev Davidovich Landau se lamentaba de haber nacido en 1908, puesto que en 1928,cuando él empezaba a ejercier, ya toda la Física interesante había sido puesta en teorías y sólo quedaba analizar las implicaciones de dichas teorías. Heisenberg, Bohr y Einstein tuvieron la suerte que Landau no tuvo, de nacer en el momento adecuado en el que el conocimiento colectivo permitía a cerebros talentosos hacer grandes descubrimientos.

Mi búsqueda de éxito, hoy, se reduce a encontrar un balance entre la necesaria ambición y búsqueda de desarrollo y crecimiento (económico e intelectual), la paz mental y el desapego espiritual, sentimental y material del zen budista y el amor infinito a mis seres cercanos (Edith, Jimena y Joaquín) y a mis sucesivos círculos concéntricos de mi ambiente social (parientes, amigos, colegas, concuidadanos, compatriotas, Humanidad). Hago cosas que me gustan y, de cierta manera, trato de mantenerme en forma para, por un lado, tratar de seguir teniendo "turnos al bat" en caso de poder lograr algo muy trascendente y, por si en uno de los turnos al bat que me toquen, poder prender bien la bola y sacarla del parque. No desespero aunque muchas veces siento que "espero de más".

(Dedicado a tres ciber colegas que andan en coyunturas de vida que los llevan a cuestionarse su éxito: Ruy Feben, Salvador Leal y Semidios)