Siempre odié el cliché que repiten los muy afortunados trabajadores que por su labor vuelan y viajan constantemente, de que "volar es muy cansado y muy pesado" ya que te acostumbraste a ello y que se le pierde la emoción.
Hoy, más de 200 vuelos después de esas primeras emociones, siento que mi espacio vital está demasiado ajustado a la clase turista. No me quejo, solo me reduzco