Sé que las palabras saldrán primero a cuentagotas y luego a borbotones en cuanto logre quitarme este manojo de nervios que me tiene taponado el cerebro y que me impide opinar. Ya no quiero hacer posts malamente poéticos ni introspectivos pero es ahora el único rincón que he podido conservar para las palabras porque todo lo demás, conforme se acerca el fin de año, el 31 de diciembre, se transforma en números.
Tengo pendiente poner mis ideas sobre la comparación entre hijos, sobre la capacidad de los programas de lectura de comprensión interactivos y su eficiencia, sobre cómo Edith es tan genial como pareja, sobre la tregua que no fue tregua, sobre el fin de año futbolero con los regios, los pumas y el Super Barcelona, sobre el muerto las coronas...
Y sobre todo, le debo a Jimena una laaaarga explicación sobre cómo empecé yo a vencer mi miedo a la muerte.