...Acusación manifiesta, dicen por ahí.
Hace horas encaré por fin una decisión que he estado posponiendo demasiado tiempo. Para mí, el ejercicio de hacer un blog personal pasó de ser un pasatiempo a convertirse en una pasión, con todas las fases intermedias. Edith afirma que el mero hecho de escribir el blog mejoró aspectos de autoestima y/o seguridad en mí mismo que traía medio flacos cuando empecé, en octubre de 2003 (y que ya se ve una fecha lejana) y en general, la aportación del blog a mi vida, vía principalmente amistades, del nuevo tipo de las que se hacen por aquí, ha sido mayúscula.
Sí, para mí el ejercicio del blog no es un ejercicio "semi-profesional" ni tampoco un pasatiempo. Es un ejercicio humanista, relacionado con el ser humano que intento ser y relacionado con los seres humanos con los que intento relacionarme. Es un ejercicio que se compone principalmente del elemento "escribir" y después en el elemento "ser retroalimentado". Lo que no medí adecuadamente, hasta hoy, es que el elemento "escribir" responde a una serie de "alimentos previos". Que el elemento "escribir" está condicionado por el medio y por el alimento y que, en realidad, mi reciente falta de entusiasmo y/o disposición para escribir está determinada por la falta del elemento "lectura de blogs" en un sentido mucho más amplio.
Mi lectura de blogs se ha reducido al mínimo y esta semana llegó a sus niveles más bajos. Ya es jueves en la noche y no he revisado Chango100, ni Logovo, ni Orsai en lo que va de la semana. Semidios y Salvador Leal son muy amables en informarme por messenger sus posts y, en cuanto puedo, me doy mis cinco minutos, que sí tengo, para revisarlos. De los demás, de todos, de una veintena más que me son muy queridos, una decena más que me son muy útiles, y de 70 más en mi blogroll, llevo semanas sin darles lectura apropiada.
Las opciones que había barajado eran tres: Aprovechar esas ventanas de cinco o diez minutos que sí tengo para emitir posts cortísimos, de tres o cuatro líneas, planteando cualquier cosa que quisiera decir, así, como se me ocurriera, en crudo. La segunda era convertir este blog en un blog semanal, a la manera de Orsai, que sólo habla cuando tiene algo que le parece importante decir pero que misteriosamente, casi cada semana ocurre ese evento. O por lo menos, cuatro veces al mes, para promediar su presencia. La "tercera vía" era la "Salvador Leal", matar mi blog y revivirlo cuando se me diera mi real gana, me ganaran las ganas, me venciera el impulso, el vaso de las palabras se me derramara por www.blogger.com.
Ninguna de las tres opciones terminaba por satisfacerme. Ensayé los posts cortos y me sentí como Casciari en su experimento "Blogger por un día". Igual, compararme con Casciari me resultaba ridículo si quería intentar el "post semanal", es claro que mi blog, la temática y el corazón (por no mencionar la capacidad y el talento para escribir), no tienen nada que ver con Orsai. Respecto a matar mi blog, tuve que tomar la decisión para en el acto, gracias a Semidios, arrepentirme.
Porque ante la alternativa de matar mi blog logré pensar que quizá lo que debía morir era mi forma de vivirlo. No será, en adelante, una experiencia colectiva. No sabré de lo que habla el mundo bloguero que me había ido construyendo y ciertamente me perderé de la delicia que es leer a la gente con constancia, atestiguando de cerca el muy lento pero absoluto paso del tiempo. Los leeré a las volandas, sin ritmo, sin disfrute, esperando rescatar trocitos de los pedacitos de alma que la gente deja en sus posts. Antes mis posts se escribían en trozos de 20 ó 30 minutos que podía disponer en mi trabajo de escribir y, al mismo tiempo, leer. De hoy en adelante intentaré el ejercicio de aprovechar mis espacios de cinco minutos para, durante cinco o seis, habiendo empezado en la mañana, terminar en la noche. Seguro será una experiencia muy diferente. Menos "relacional" aunque seguro intentaré que no sea intimista. Más aislada, casi autista. A ver cómo funciona.