Hace ocho años y cuatro meses festejamos, en la familia, el derrocamiento democrático y pacífico del PRI. Estábamos, estaba yo, esperanzados de que ese acontecimiento "cambiara las cosas". No las cambió, en realidad, pero lo que yo no supe medir ni valorar es que, de hecho, el cambio ya había ocurrido los seis, ocho, diez años anteriores. Fue principalmente Zedillo el constructor de los cambios que México sí vivió. El cambio, cierto, fue insuficiente, es insuficiente, pero no fue, como muchos trivializan, superficial. Algo cambió en el México del 94. Zedillo no diseñó el cambio, pero no lo detuvo, al contrario, supo administrar su aparición.
En noviembre de 2000 estaba yo en Sunnyvale, CA, en una capacitación laboral. Me tocó seguir por primera vez las elecciones vía Google (las noticias perdidas en webs raras) y ahí aprendí el valor de la información de la calle. Ahí se vió que a pesar de haber ganado "el voto popular" Al Gore no había conseguido los votos electorales suuficientes. Fue una decepción, pero ni remotamente imaginaba yo que la elección de Bush traería al mundo (y sí, también a Estados Unidos) el desastre que en efecto trajo.
Hace cuatro años, ya lo escribí, la decepción fue grande. También en ese tiempo enlacé una página que me pareció todo un documento histórico: Sorry everybody. Una página montada para que el norteamericano contrario a Bush manifestara, a través de fotos, su desilusión por el resultado y le expresara al mundo su pesar, por la manifiesta conciencia de que la reelección de Bush era mala para USA y peor para el resto del mundo.
Es decir, hace cuatro años que mucha gente sabía que había daño en esa decisión y sin embargo esa conciencia no fue lo suficientemente extendida como para contrarrestar la otra conciencia: "primero nuestra seguridad". Debiendo saber, como dijo Franklin, que el que sacrifica libertad por seguridad no merece ninguna de las dos.
En el 2000 había en México liderazgo y arrastre, pero no sustancia, Fox era un globo inflado. En 2004 hubo en USA sustancia, pero no había liderazgo, Kerry no era un líder.
Así, la cita de hoy con la Historia, creo que hará por fin coincidir al líder con la "conciencia colectiva" del rebaño. "Cambio", como mantra, suena definitivamente populista. Pero cuando el arma de la palabra la blande un tipo con inteligencia, firmeza y maneras suaves, hablando del futuro sabiendo que él no tiene pasado y que lo que ha pasado no debió pasar, adquiere un cariz de esperanza.
Sí, los cambios reales los hace la gente, el comerciante, el estudiante, el científico y el artista. Pero sin liderazgo los cambios no se extienden, no trascienden. Que Obama sea el catalizador de los cambios que demandan dejar atrás el miedo y la indiferencia, el cinismo nihilista que, con justificada razón, practican y predican los jóvenes del S. XXI.
Toca hoy construir el mañana, no podía dejar de registrar esto que pienso y siento ahora.