viernes, junio 03, 2005

Escribiendo sobre lo escrito

La pizza se cocina, según todos los cánones, a fuego intensísimo. La pizza auténtica debe ser de masa muy delgada, casi como una tostada. Casi todos los platillos deben pasar por el fuego para cocinarse bien. Unos a fuego lento, otros como la pizza. La moda de la comida "raw" (cruda) es, creo yo, una cosa medio pasajera, un armatoste mercadológico. La comida que sea comida será siempre cocinada.

En una visita que hicimos hace un par de semanas al Museo de Sor Juana Inés de la Cruz en Amecameca, Edo. de Méx., Jimena se sintió muy identificada con Sor Juana conforme el guía nos platicaba de su vida. El museo es la casa donde Sor Juana creció y vivió 11 años, de los 2 a los 13. Ahí aprendió a leer (a los 3 años, como Jimena), a devorar los libros de la biblioteca de su abuelo y, sobre todo, a cocinar. De hecho el museo es malisimo, no tiene NADA, ni un artefacto u objeto sobre Sor Juana, pero reconstruyeron dos partes importantes de la casa: la cocina y la capilla. Sor Juana dijo, y ahora sé porqué, que si Aristóteles hubiera pasado más tiempo en la cocina hubiera sido tres veces más sabio de lo que fue.

Denisse Dresser (de Sámano, hoy más que nunca), presentó un programa especial en TV sobre su libro "Gritos y susurros". El libro hace una minireseña de 38 mujeres que, de una forma u otra, han logrado destacar profesionalmente en México, país machista "donde los haya" (voz española que no entiendo pero me gusta). La selección es bastante ecléctica y junto a mujeres geniales hay mujeres "producto". Pero de todas las minientrevistas del programa de antier, la que se hizo ella misma me dejó pendejo, llorando.

Denisse perdió a sus padres en un accidente cuando tenía siete años (que Jimena cumple el próximo martes). Se "cocino" a fuego altísimo. De ser una niña con talento pasó, sin escalas y en quince días, a "mujer tren bala". Doctorada magna cum laude en Princeton, lo único que le importaba era ser la mejor. Y lo fue, sí, lo sigue siendo. Pero ahora, y ella misma lo dijo, es mejor porque se siente completa y acompañada en su "tren" (lo de "bala" se lo agregué yo). Ahora no le importa ser la conciencia femenina de la opinión publica(da) especializada en política, es decir, que sus análisis estén cargados también de sensaciones y sentimientos. Y hace textos tan hermosos, que dan ganas de comérsela a besos, sino fuera porque se ve tan fría e inhumana (o quizá sea eso lo que me atrae de ella).

Hay ciertas sensaciones que se repiten mucho y se convierten en clichés. Hay otras que se repiten mucho y se convierten en modelo. Hay una tercer clase de sensaciones, las que se convierten en espíritu, premonición, profecía. El tercer rincón del museo de Sor Juana que me encantó, que me dobló el alma, fue el patio trasero: Una extensión de jardín, un sendero campirano delineado por cipreses y, sobre todo, un claro sobre el cual se distinguen, majestuosos, los dos volcanes que escoltan mi ciudad, y que me han llenado de fascinación desde que yo era muy pequeño. Jimena aprendió a admirar a los volcanes desde hace tiempo.

Los volcanes, las cocinas de la corteza terrestre donde se hornean grandes cambios.